Fotos mujer melón, cristina celia, Renata Fresón | Farandula y Noticias
domingo, 26 de septiembre de 2010

Fotos mujer melón, cristina celia, Renata Fresón

La Mujer Pera, y la “Mujer Melón” hacen campaña usando sus mejores argumentos para convencer a los electores.



La incursión de las modelos y famosas en la política es cada vez más común en distintos países del mundo.

Y si nuestro país tuvo a una exorbitante Susy Díaz que consiguió meterse al Legislativo con su peculiar forma de propaganda política (pintándose el 13 en las nalgas), en Brasil tres mujeres han puesto el toque de sensualidad a los comicios del próximo 3 de octubre.



Sus principales propuesta son su voluptuosidad, sensualidad y, por supuesto, su fama. No en vano a dos de ellas se les conoce como la “Mujer Pera” y la “Mujer Melón”, y son verdaderos éxitos en YouTube.

Tati ‘Quebra-Barraco’ (‘Tati Agitadora’) es una de las mujeres que quieren una curul. Ella es una conocida cantante de funk (ritmo musical con base electrónica, popular entre las comunidades más pobres) que, con 30 años, aspira a ser diputada y para ello usa, además de su figura, un slogan que dice: “combate al prejuicio y la discriminación”.

“MUJERES FRUTAS”
Asimismo, Verónica Costa, conocida como “la Madre Rubia del funk” busca un puesto en el Poder Legislativo y está amparada por sus dos mandatos como edil en el 200 y el 2008.

Suellem Aline Mendes Silva , apodada la “Mujer Pera” (por razones obvias), también aspira a ser legisladora, pese a que, a sus 23 años, el grado de instrucción que aparece en su ficha del Tribunal Superior Electoral (TSE) es “lee y escribe”.

Pero Mendes Silva no es la única “mujer fruta”. Para hacerle compañía está Cristina Célia Antunes, la “Mujer Melón”, quien también quiere probar suerte en la política brasileña.

LE COSTÓ EL PUESTO A UN GOBERNADOR
En el estado de Espíritu Santo hay una mujer cuyo nombre de pila es Andreia Schwartz, pero que es popularmente conocida como la ‘garota de programa’ (prostituta), desde que en el 2008 desató un escándalo al entonces gobernador de Nueva York, Elliot Spitzer.

El atrevimiento costó a Schwartz, de 33 años, su detención y deportación de Estados Unidos.

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