Inception: La Crítica
Es una historia que no tiene más que reinterpretaciones de temáticas que han estado ahí desde siempre, pero filmadas con una mirada novedosa, ya podemos hablar de cine. Y eso es Inception: una obra ejemplar de lo que se puede hacer cuando una buena historia, grandiosos personajes y unas posibilidades más allá de lo convencional para deslumbrar el ojo humano, se conjugan en el séptimo arte.
De este modo, el mayor logro de Nolan no está en articular correctamente una proposición metafísica entendible por un público diverso, o en dotar a los sueños de vividez inédita, sino en utilizar los recursos cinematográficos de forma precisa, y no abusar del recurso narrativo de la elipsis. Todavía más loable es su confianza en el público, para que complete los espacios minuciosamente colocados en base a las líneas de tiempo y percepciones de cada espectador. Somos parte del mundo de Cobb, no como meras proyecciones, sino en un ejercicio semiótico completo que lleva Inception un paso más allá de lo que pueda lograrse con espectacularidad y un guión sobresaliente.
Más profundo es el desarrollo de los sueños como entidades independientes -en cierto modo- de sus amos, contexto en el que ocurre la acción, impredecible y frenética. Nunca hay suficiente tiempo, y esta forma de vida que no está exenta de riesgos puede convertirse en una dulce adicción para quienes, evidentemente, comprenden que el mundo 'real' jamás será tan permisivo como los sueños.
Inception es una historia de seres con ambiciones mesiánicas, una jornada de emociones ambiguas y desenlaces momentáneos. Sólo lo que dura un parpadeo que vemos, y una eternidad que sentimos.
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