Como un nuevo método para que los hombres  pierdan el miedo a ser anestesiados durante su sesión odontológica, la  doctora Klarkowski ideó uniformar a sus anestesiólogas con un traje  típico holandés, conocido como dirndl, que deja al descubierto sus  mejores atributos.  La idea nació gracias al Oktoberfest, pues la especialista se dio cuenta  de las miradas lascivas de los hombres hacia el pecho de las mujeres  enfundadas en dicho atuendo, así que puso manos a la obra y convirtió su  consultorio en un lounge alpino, con todo y astas de venado en la  pared, chimenea y bancos de madera para los pacientes.   Así es que la astuta táctica puede usarse junto con un nuevo dispositivo  que filtra el sonido del taladro del dentista, el cual se conecta a un  reproductor de MP3 que toca la música preferida del paciente para  "bloquear" el clásico zumbido de los que muchos consideran una  herramienta de tortura. 
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