El líder de Educación 2020 decidió llevar al papel sus ideas, las mismas que han originado uno de los más profundos debates sobre la educación del país en el último tiempo. El resultado se titula "Se acabó el recreo".
SANTIAGO.- Dice Mario Waissbluth, el hombre que se transformó en el rostro principal entre quienes piden mejorar la educación en Chile, que nunca pensó que esa lucha sería la que marcaría sus actuales años.
Hasta 2008, Waissbluth se dedicaba principalmente a sus labores como ingeniero, que complementaba con una columna semanal de actualidad. Eso hasta septiembre de ese año, cuando aprovechó el espacio para plasmar como nunca antes su pensamiento en torno a la realidad de la educación en Chile.
"Una tragedia peor que el Transantiago", fue el título de esa columna que revelaba qué clase de estudiante ingresa mayoritariamente a pedagogía, y qué tipo de normas y conductas determinan el desempeño de los profesores.
Las reacciones fueron casi instantáneas en distintos sectores, con una mezcla de asombro e indignación que, como bola de nieve, fueron rodando hasta terminar en uno de los mayores movimientos ciudadanos que anote Chile en el último tiempo: Educación 2020.
Todas las ideas de ese proceso, más las nuevas reflexiones a que ha llegado tras la formación del grupo, Waissbluth las imprime ahora en "Se acabó el recreo" (Debate, $10.000), un texto contundente pero amigable, gracias al empeño del autor por no caer en tecnicismos, academicismos o innecesarias prolongaciones.
Así, la digestión de "Se acabó el recreo" es sencilla, a pesar de que las noticias reveladas no sean para nada alentadoras, y a que Waissbluth las dé a conocer con un estilo que en algo recuerda al uruguayo Eduardo Galeano: Decir las peores verdades de forma directa, al hueso, incluso a riesgo de parecer poco sustancioso.
Pero el ingeniero no se queda sólo en la denuncia, e intenta ir más allá, embarcándose también en propuestas que, a su juicio, podrían hacer frente a situaciones tan impresentables como las siguientes:
- Según el Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes de la OCDE, un 48 por ciento de los escolares chilenos está por debajo del nivel uno en un test de lectoescritura, con escala de uno a seis.
- De acuerdo con la Encuesta de Alfabetización de la Población Adulta, un 92 por ciento de los adultos con educación superior terminada no entiende completamente lo que lee.
- Entre 1980 y 2000, Chile experimentó un descenso en el escalafón internacional relativo de rendimiento escolar.
- En 1960, un 18 por ciento de los adolescentes cursaba la enseñanza secundaria; en 1970, la cobertura ya llegaba a un 50 por ciento. El problema, es que ese crecimiento requirió de una formación acelerada e incompleta de profesores, situación que de alguna manera se mantiene hasta hoy.
- Los niveles educativos del mejor cinco por ciento de los escolares chilenos, no llegan al promedio de los países avanzados. Menos de un tercio de ellos sería admitido en una universidad respetable del Reino Unido.
- Un 77 por ciento de los padres con hijos en escuelas municipales, y un 58 por ciento en el caso de los colegios particulares subvencionados, no conoce los resultados SIMCE del establecimiento.
- La mediana (el puntaje que separa al 50 por ciento inferior y superior) de la PSU, es de 500 puntos. En matemáticas, obtener 500 puntos es equivalente a responder bien el 18 por ciento de las preguntas y dejar las demás en blanco.
- Sólo el uno por ciento de quienes ingresaron a estudiar pedagogía en 2010, obtuvo más de 700 puntos en la PSU.
Esto no quiere decir que haya una mayor promiscuidad por parte de las jóvenes. De la muestra de 181 chicas, de entre 18 y 25 años, muchas sólo habían tenido una pareja sexual en su vida y el 25% no eran activas sexualmente.
La autora del estudio llama la atención además sobre la inconsciencia de los jóvenes al practicar el sexo oral sin protección: «el 82% de las encuestadas reconocieron que nunca habían usado un preservativo cuando practicaban una felación». Muchos todavía ignoran que con esta práctica sexual también existe el riesgo de transmisión de enfermedades, por lo que Malacad destaca la importancia de que tanto padres como educadores aborden en sus charlas esta otra práctica.