El Museo de la Música de París dio a conocer la composición de lo que ha sido considerado como uno de los responsables del sonido de este instrumento musical.
PARÍS.- El secreto mejor guardado por un lutero de Cremona (Italia) y que se llevó a la tumba en el siglo XVIII, la fórmula para hacer leyenda con sus violines ya no es misterio: los "stradivarius” tienen un barniz de lo más normal.
Químicos expertos, coordinados desde el Museo de la Música de París, han precisado la composición de la sutil capa que cubre la madera de los legendarios violines, que han pasado a la historia por su inimitable sonido, y lo que han hallado es casi corriente.
Según reveló hoy este museo de la capital francesa, Antonio Stradivari (1644-1737) y su taller empleaban una técnica que consistía en aplicar dos finísimas capas de barniz.
Un microscopio de infrarrojos ha ayudado a determinar su composición: la primera de las capas, elaborada con una base al aceite, similar al óleo utilizado en pintura, penetra solo ligeramente en la madera del instrumento.
En cuanto a la segunda capa, está compuesta de aceite y resina de pino, al que Stradivari incorporaba pigmentos que se empleaban y se usan en la pintura, con los que prestaba a los instrumentos su característico tono rojizo.
La inspiración, pues, han constatado los expertos, la tomó el lutero de Cremona de los artistas pintores y así dotó a sus obras de ese matiz y textura tan especiales que atrae a intérpretes y que hacen de los instrumentos ejemplares únicos.
Los estudios se han llevado a cabo, explicó el museo francés, sobre los cinco “stradivarius” conservados en la institución, cuyos barnices han podido ser analizados con la ayuda del sincrotón "SOLEIL” (cerca de París), un instituto de Dortmund (Alemania) y otros tres laboratorios franceses.
Los violines del genio italiano alcanzan cantidades millonarias en subastas de todo el mundo y ya en el pasado se ha intentado dilucidar cuáles de sus componentes conceden a los instrumentos su característico sonido.
Un estudio publicado en 2008 en Estados Unidos aseguraba que “la densidad de la madera” era la clave y en varias ocasiones se apuntó al barniz como el responsable de la “magia” de los “stradivarius”.
Ahora parece confirmarse que también en el “alma” de estos extraordinarios instrumentos, en la atracción que provocan en músicos, intérpretes y público, la explicación es, abstracción hecha del virtuosismo musical, sencilla y pura química.
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