Con un pasado de cuello y corbata, el ex presidente de Blanco y Negro lloró en camarines y saltó como un niño junto a Colo Colo. Algo que no logró ni apoyando a Hernán Büchi en 1989.
SANTIAGO.- Hay dos imágenes que sorprendieron a los antiguos colegas de Gabriel Ruiz-Tagle, esos que compartían con él el mundo de los negocios previo al fútbol.
Una es cuando el presidente de Blanco y Negro entró a los camarines del Estadio Sausalito, una vez finalizado el partido en que Colo Colo perdió el Torneo de Apertura 2008; y la otra cuando ingresó corriendo a la cancha del Santa Laura, tras conseguir el título del Clausura 2009.El primer momento, lo reconocería después el propio Ruiz-Tagle, anotó un antes y un después para él. Pese a que entró a Colo Colo en 2006 y había conseguido ya dos títulos hasta ese 3 de junio de 2008.La noche en que Colo Colo cayó con Everton, Ruiz-Tagle no evitó las lágrimas y entregó un emotivo discurso a los jugadores en el camarín. Se largó a llorar por un partido de fútbol y recién ahí comenzaba a palpar eso irracional del deporte, tan distinto a sus negocios cuantitativos en la papelera PISA.La otra postal extraña para sus cercanos fue cuando lo vieron corriendo como un niño chico por los pastos del Santa Laura. Fue el 9 de diciembre del año pasado y Colo Colo recién había conseguido su sexto título con el dirigente metido en Blanco y Negro.Ruiz-Tagle escuchó el pitazo final y corrió, dando saltitos, y terminó todo literalmente encaramándose a Hugo Daniel Tocalli. Amante de las maratones, una vez se bajó de un crucero en Europa, en el que andaba con su familia, para correr una prueba en Estambul. Eran los momentos extremos de un tipo con perfil de derecha y empresa. Apoyó la candidatura de Hernán Büchi en las presidenciales de 1989 y luego fue uno de los asesores de la campaña senatorial de su amigo, Pablo Longueira, en 2005.Gabriel Ruiz-Tagle Correa, 55 años, llegó al fútbol y, sin dejar sus negocios atrás, cambió de giro. Dicen que decidió ingresar al negocio de la pelota mientras trotaba por La Dehesa.Vendió la mitad de su empresa PISA, de Papeles Industriales que había creado en 1978, en nada menos que US$ 55,3 millones. Tres años después ya tenía el 24% de las acciones de Blanco y Negro, acciones que no venderá tras arribar a Chiledeportes.El fútbol lo removió. Conociendo el camarín comenzó hasta a saludar de beso en la mejilla a algunos jugadores. Llegó con la idea de "solo vender" la materia prima de Colo Colo (los jugadores), pero de a poco siguió en la línea pero matizándolo con el significado que tenía eso para los hinchas.Aunque éstos lo han tratado de mercenario y amigo a la vez. Que solo quiere lucrar, pero que ha logrado títulos. Y esa sensación Ruiz-Tagle la maneja, desde que su hijo pequeño se mueve por los foros y encuestas de los seguidores de Colo Colo en Internet y le comenta "la sensación ambiente"."Este es un lugar sagrado"
Calculador, cuando el año pasado tres jugadores albos eran criticados en medio de los problemas con Marcelo Barticciotto, él rápidamente planeó un acto visceral pero estratégico.Los hinchas habían invadido la práctica en el Monumental y amenazaban a Miguel Riffo, Gonzalo Jara y Rodrigo Meléndez. El caos era total, los guardias estaban superados, hasta que en medio del centenar de barristas agolpados en el pasto de una cancha alternativa en Macul, Ruiz-Tagle apareció y dio un grito: "Esta es nuestra casa... ¡Este es un lugar sagrado para Colo Colo!... y no pueden ingresar así".Los hinchas le compraron a medias pero el lío se calmó. Esa vez caminó rápido pero sin correr, como en sus ya comentadas maratones, que lo llevaron a Nueva York, Boston, París, Berlín y contando. Tanto viaje que se lo pegó a uno de los mayores de sus seis hijos.Ruiz-Tagle está casado y es creyente. Estudió derecho pero dejó a medias la Facultad para dedicarse a los negocios. En 1988 entró a las grandes ligas y su empresa pasó a ser conocida como "la papelera chica".En política pasó de Renovación Nacional a la UDI. Es primo de Juan Antonio Coloma y apoya en la segunda línea. Aunque con un protagonismo silencioso. Ese que lo llevó al máximo cargo de Gobierno relacionado con el deporte a solo cuatro años de haber entrado al fútbol chileno.Fuente: Emol
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