Los directivos de Telemadrid no ganan para disgustos. Primero Sánchez Dragó publica un libro de conversaciones con su amigo Boadella en las que detalla sus experiencias sexuales con “zorritas” de 13 años, y ahora se han difundido los comentarios machistas y xenófobos de Salvador Sostres, un colaborador habitual de la tertulia “Alto y claro” que presenta Isabel San Sebastián. Una filtración nos ha permitido ver cómo este individuo se divierte durante una pausa publicitaria hablando de sus preferencias sexuales por las de 17 y 18 años, con “carnes que rebotan y vaginas que no huelen a ácido úrico. Mientras tanto la presentadora le llama enfermo y le pide repetidamente que pare de hacer ese tipo de comentarios porque hay niños entre el público, y el resto de tertulianos, entre ellos Alfonso Ussía, se limitan a reírle la gracia.
Tanto en el caso de Sánchez Dragó como en el último de Sostres, el comité de empresa de Telemadrid ha reaccionado con celeridad y contundencia, solicitando el cese inmediato de ambos, condenando los comentarios y pidiendo que no se les permita volver a un programa de Radio Televisión Madrid.
En el caso de Dragó, la ministra de cultura, González-Sinde dejó ver su postura indicando que le hubiera gustado tener tiempo para retirarle la invitación a la feria del libro de Estambul. No ocurrió lo mismo con la dirección de la cadena pública madrileña, que miró para otro lado, ni con la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, que llegó a justificarle diciendo que la literatura está llena de hechos reprobables.
¿Ocurrirá lo mismo con Sostres? Todo apunta a que sí, porque tras una reunión de urgencia, la dirección de Telemadrid ha comunicado que no va a intervenir en unas conversaciones efectuadas en el ámbito privado y dentro del ejercicio de la libertad de expresión. El defensor del menor, por otra parte, ya ha abierto un expediente por los comentarios sonrojantes, inadmisibles en una persona que crea opinión.
¿Y quién es Sostres? Es un catalán, sin formación universitaria que, a juzgar por su trayectoria, parece querer vivir a costa de la polémica. Durante años escribió una columna de opinión en el periódico catalán Avui titulada “lirio entre cardos”, en la que llegó a decir que “hablar español es de pobres, horteras, analfabetos y gente de poco nivel”, y que él solo habla en español con su criada y algunos empleados, pero fue despedido por repetitivo, y por ser un lastre y perjudicar el bueno nombre del diario. A partir de entonces pasó a colaborar en el diario El Mundo y en Telemadrid, pero es más conocido por haber sido uno de los frikis de Sardá en Crónicas Marcianas.
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